Como sabemos, nuestro cuerpo y mente están profundamente conectados, y uno de los tantos aspectos de esta relación es la postura. La forma en que nos posicionamos físicamente afecta cómo nos sentimos emocionalmente, y viceversa. La psicología de la postura revela que nuestro cuerpo no solo responde a nuestro estado emocional, sino que también puede influir en él de manera significativa.
La postura corporal afecta cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo los demás nos perciben. Un estudio famoso realizado por Amy Cuddy, psicóloga social de la Universidad de Harvard, demostró que las “posturas de poder”, aquellas que ocupan más espacio y nos hacen ver más expansivos, pueden aumentar nuestra sensación de control y confianza. En contraste, una postura cerrada o encorvada está vinculada a sentimientos de sumisión, inseguridad y ansiedad.
Cuando estamos estresados o ansiosos, tendemos a encorvarnos, lo que puede reforzar esos sentimientos de vulnerabilidad. Sin embargo, si somos conscientes de nuestra postura, podemos reconfigurar nuestro estado emocional, mejorando nuestro bienestar general.
Postura de Poder: Cómo Utilizarla a Tu Favor
Las “posturas de poder” son aquellas que te hacen sentir más grande y en control. Adoptarlas no solo tiene un impacto positivo en tu imagen externa, sino que también modifica tu estado mental de manera profunda. Estas posturas expansivas afectan la producción de hormonas en el cuerpo, como la testosterona, que juega un papel clave en las «posturas de poder» porque está relacionada con la sensación de confianza y dominancia, y disminuyen los niveles de cortisol, la hormona relacionada al estrés.
Cuando adoptamos posturas expansivas, como estar de pie con los pies separados, los hombros hacia atrás y la cabeza erguida, no solo proyectamos una imagen de mayor control y poder ante los demás, sino que también estamos enviando señales al cerebro que afectan la producción de hormonas.
- Aumento de la testosterona: Esta hormona está vinculada a comportamientos de liderazgo, asertividad y autoconfianza. Al adoptar una postura de poder, los niveles de testosterona aumentan, lo que genera una sensación de empoderamiento y seguridad.
- Disminución de cortisol: El cortisol es la hormona del estrés, y las posturas de poder pueden reducir su producción. Menos cortisol implica una menor sensación de ansiedad o vulnerabilidad, promoviendo una mayor calma y control en situaciones desafiantes.
Cuando la testosterona aumenta y el cortisol disminuye, nuestra mente se siente más tranquila, segura y capaz de afrontar desafíos. Esto no solo mejora nuestra imagen externa, sino que también afecta positivamente nuestro estado emocional y psicológico, ayudándonos a estar más enfocados, decididos y confiados.
En resumen, las posturas de poder no solo afectan cómo nos ven los demás, sino cómo nos percibimos a nosotros mismos, modificando nuestras hormonas y, por ende, nuestro estado mental.
Estrategias para adoptar una postura de poder:
- De pie, con los pies separados al ancho de los hombros: Esta postura amplia transmite estabilidad y control. Mantén tu peso equilibrado entre ambos pies, evitando que tu cuerpo se incline hacia un lado.
- Espalda recta y hombros hacia atrás: Evita encorvarte. Mantener la espalda erguida refleja confianza y seguridad.
- Cabeza erguida, con mirada al frente: Una mirada al frente transmite determinación. Evita mirar hacia abajo, ya que esto puede generar una sensación de sumisión o inseguridad.
- Manos abiertas o en las caderas: Evita cruzar los brazos o esconder las manos en los bolsillos, ya que esto puede hacerte parecer cerrado o defensivo. Coloca tus manos en las caderas o déjalas relajadas a los lados para mostrar apertura.
El Poder de la Sonrisa y el Contacto Visual:
La sonrisa es una de las herramientas más poderosas para proyectar confianza y buena disposición. Aunque pueda parecer algo pequeño, la sonrisa libera endorfinas y serotonina, neurotransmisores asociados con el bienestar. Complementa una postura erguida con una sonrisa genuina y un buen contacto visual para fortalecer tu impacto emocional y social.
La Postura Cerrada y sus Efectos Psicológicos
Por otro lado, una postura cerrada, como cruzar los brazos, encorvar los hombros o mirar hacia el suelo, puede afectar negativamente nuestro estado de ánimo. Estas posturas están asociadas con la sensación de inseguridad, ansiedad y estrés. Además, pueden dificultar la interacción con los demás, ya que la postura cerrada transmite desconfianza y falta de apertura.
Estrategias para evitar la postura cerrada:
- Respira profundamente y abre el pecho: Si te sientes tenso, tómate un momento para respirar profundamente y abrir tu pecho. Esto no solo alivia la tensión, sino que también te permite proyectar más confianza.
- Mantén una postura relajada pero firme: Evita la rigidez, pero asegúrate de no hundirte en tu silla o de no doblarte. La postura debe ser relajada pero también atenta.
- Haz pausas activas: Si pasas mucho tiempo sentado o de pie, haz pausas breves para cambiar de posición y evitar el estrés muscular y mental.
Cómo Mejorar Tu Postura en el Día a Día
Aquí te dejamos algunas estrategias prácticas que puedes implementar en tu rutina diaria para mejorar tu postura y, por ende, tu estado de ánimo:
- Ejercicios de Estiramiento y Fortalecimiento:
Realiza ejercicios sencillos que ayuden a mejorar la flexibilidad y la fuerza de tu espalda. Unos minutos al día de estiramientos pueden ayudarte a liberar la tensión y evitar que tu cuerpo se encorve naturalmente. Algunos ejercicios recomendados son:
- Estiramiento de la columna vertebral: Sentado o de pie, inclina tu torso hacia adelante para estirar la espalda y liberar tensión.
- Ejercicio de retracción de hombros: Siéntate derecho y lleva los hombros hacia atrás, manteniendo la espalda recta durante unos segundos. Esto ayudará a fortalecer los músculos de la espalda superior.
- Revisar tu Postura al Sentarte:
Cuando trabajes en una oficina o en casa, asegúrate de que tu silla esté ajustada para mantener la espalda recta. Los pies deben descansar completamente sobre el suelo, y tus rodillas deben estar a la altura de tus caderas. Coloca una pequeña almohadilla en la parte baja de la espalda para mantener una postura natural.
- Mindfulness y Conciencia Corporal:
Practica la conciencia corporal a lo largo del día. De vez en cuando, detente y evalúa cómo está tu postura. Si te das cuenta de que te has encorvado o estás tenso, simplemente haz una pausa, respira profundamente y corrige tu posición. Este hábito, aunque pequeño, puede tener un impacto significativo en tu bienestar.
- Cambia Tu Lenguaje Corporal en Situaciones Estresantes:
En momentos de estrés, como durante una reunión o presentación, intencionalmente cambia tu postura. Mantén los pies firmes en el suelo, los hombros hacia atrás y la cabeza erguida. Esta simple corrección puede hacer que te sientas más seguro y proyectes confianza, incluso si no te sientes así en ese momento.
Tu postura tiene el poder de influir no solo en cómo los demás te ven, sino también en cómo te sientes contigo mismo. Al adoptar una postura erguida y abierta, puedes mejorar tu estado de ánimo, reducir el estrés y aumentar tu confianza. Los pequeños ajustes en tu postura diaria no solo pueden transformar tu imagen, sino también tu bienestar general. La clave está en ser consciente de tu cuerpo y realizar cambios simples que te ayuden a proyectar lo mejor de ti mismo.
Comienza hoy mismo a mejorar tu postura y siente cómo tu estado de ánimo se eleva, reflejando la confianza que llevas dentro.
Ivania Garrido
Psicóloga y asesora de imagen